Me pregunto qué se le
pasará por la mente a una persona que decide acabar con todo. Que decide no
vivir más. No más llantos. Pero tampoco más alegrías. Una decisión fatal. Que
marca un antes y un después. Y no. Para ese alguien ya no habrá un después.
Todo acabará ahí. En ese puente. En esa carretera. En esa cuerda. Mil formas de
terminar. Y como resultado el mismo final. Nadie sabe qué debe sentir esa
persona. Lo que debe estar sufriendo. O simplemente lo que no se atreve a
luchar. Y esa sería la peor forma de que todo acabara. Porque aunque a veces
nos encontremos encerrados en un callejón a oscuras y no veamos una salida.
Podemos detenernos. Y mirar mejor. Y ver que hay un agujero con un poco de luz.
Y esa luz solo puede ser señal de que al otro lado del muro hay vida. No será
fácil. Pero los agujeros están para escarbarlos. Para quitar la tierra que hay
encima. Para que se nos permita ver que hay ahí. Quizás todo lo que nosotros
tenemos que hacer es seguir respirando. Respirar y reiniciar. Lo demás viene
solo…
Me encanta realmente tu blog y esta entrada es preciosa! Sin duda, ahora te sigo, si te apetece pasarte por el mio :)
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