Pocas veces se había
sentido especial. Y lo era. No necesitaba dormir para soñar. Ni ser perfecta
para mirarse al espejo y sonreír. No quería saber de historias con finales
tristes. “Mientras hay vida, queda esperanza”, ese era su lema. Su motivación.
Sus ganas de seguir. Y de cambiar su rumbo. Le sobraban ganas de vivir. De
amar. De sentir la felicidad en la palma de su mano. Y mientras se hacía más y
más grande la ilusión, se quedaba sentada en aquel pequeño banco de la ciudad,
sacaba pluma y papel, y empezaba a escribir:
COSAS QUE HACER ANTES
DE MORIR
1.- Sonreír al menos
una vez al día.
2.- Recorrerme Madrid
en moto.
3.- Hacer el amor en
la playa.
4.- Subir al puente
más alto que encuentre y gritar que soy feliz.
5.- Conocer a alguien
especial.
6.- Decir un “te
quiero” sincero.
7.- Mojar los pies en
un charco.
8.- Subirme a un taxi
y decir “Siga a ese coche”.
9.- Bailar bajo la
luna al son de tres violines.
10.- Escuchar música
antes de dormir y antes de despertarme.
11.-Hacer un
graffiti.
12.- Saltar a un
campo de fútbol justo en mitad del partido.
13.- Correr, correr
mucho.
14.- Sentir la
libertad.
15.- Teñirme el pelo.
16.- Disfrutar una
semana en un Spa.
17.- Visitar a mis
amigos de la infancia.
18.- Grabar una
película.
19.- Pero sobretodo,
sentirme viva.
20.- Y vivir.
Y es que cuando el
adiós se acerca. Puedes decidir dos cosas. O aprovechas o te hundes. Hubiera
dado todo porque no llegara el final. Pero ese era su momento. Esa era su hora.
Y no podía hacer más que rezar por tener suerte. Por no quedarse sin aire antes
de cumplir sus sueños. Sólo pedía eso. Nada más.
Muy bonito el texto y mucha razón(: Te sigo
ResponderEliminarBesoos
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